martes, 19 de julio de 2011

Corre como el viento.

Corro con el pelo delante de la cara, me molesta pero no lo aparto. Me siento ágil por primera vez en mucho tiempo. Me escurro entre los árboles mientras las ramas y las flores acarician mi cara dejando unas pequeñas marcas sobre mi piel.
Me detengo y miro hacia atrás, no hay nadie, nadie que me quiera pero tampoco nadie que me detenga y que me impida hacer lo que quiero.
Me siento libre. Más libre que nunca, sin ataduras. Me siento encima de la hierba mojada por el rocío, descuidada totalmente, pero brilla mucho más que la del jardín de mi casa mantenida por el mejor jardinero de la ciudad. Será porque todo es mejor cuando es libre.

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